dilluns, 8 de desembre del 2008

El sentido de la innovación

Una de las ventajas de impartir cursos, talleres, seminarios...  es que te permite reflexionar con el público siempre que consigas como docente romper la barrera de subordinación maestro-aprendiz basada en prejuicios y temores originados en el sistema educativo actual. En el curso de El Ferrol utilizo como ejemplo de innovación el paso del analógico al digital, y como parte del proceso de evolución tecnológica el paso del LP al cassette.

Uno de los asistentes me comentó que para él la verdadera innovación no estaba en la tecnología sino en la posibilidad que se abría al público en general de grabar y reproducir el sonido. Este comentario me impactó porque estamos acostumbrados a buscar la innovacion fácil en productos y servicios tomando como referencia de éxito su introducción en el mercado, y no contemplamos que es mucho más poderoso el concepto de modificación de hábitos, conductas o cambios sociales que conlleva el avance tecnológico en sí.

El caso del cassette es claro para mí aunque podéis discrepar por supuesto. Hasta la fecha eran pocos los que podían "congelar" la música, sólo las empresas que grababan los registros y podían después traspasarlos a LP o similares. Con la cinta magnética todo el mundo podía decidir qué conservar, podía reproducir una y otra vez el sonido, pasaba a ser copropietario de la música. Este hecho tan simple modificó la manera de enseñar idiomas ya que se popularizó el método que no había conseguido triunfar con el disco de vinilo, la manera de recoger y generar noticias, las primeras experiencias informáticas (quién no recuerda el tedioso prodecimiento para conservar los programas del ZX Spectrum de Sinclair) y con la introducción del walkman de Sony llegó la revolución y los problemas con la SGAE. Algo parecido pasó con el digital y el ipod, pero no va de esto mi post de hoy.

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A lo que quería llegar -y de ahí el título del post- es que por primera vez se dió la capacidad de actuar sobre el sentido del oído y su democratización. Se podía conservar el sonido y reproducirlo sin límites, pero no sólo la industria sino la población en general. Creo que aquí está la clave de la aceptación de esta tecnología y su posterior evolución. Podríamos establecer un paralelismo con la imprenta y la memoria. Hasta su desarrollo la memoria era oral y en pocos casos, controlados por el poder eclesiástico, escrita. La aparición de la imprenta posibilitó a la "gente de a pie" conservar su memoria, leerla, transmitirla y alterarla si convenía tantas veces como fuese necesario.

Qué nos queda por desarrollar? La  visión, el olfato, el tacto, el gusto. La visión está en camino desde la pintura, la fotografía, el video, el tratamiento de imágenes,... y finalmente la eclosión bajo internet de flickrs y youtubes. Pero sospecho que aún no hemos dado el salto revolucionario que supuso la grabación de audio aunque estemos en ello.

Respecto de los otros tres estamos lejos todavía de poder "almacenar" sentidos y sensaciones. Sí se empieza a promocionar el marketing por olores asociado a neuromarketing (por ejemplo aquí) pero estamos todavía del lado de las corporaciones. Yo como ciudadano no puedo crear y conservar un olor de manera fácil y repetitiva, necesito una formación y tecnología adecuada. Tampoco puedo guardar la sensación de tacto de una manta suave o de la seda, o de la arena de playa bajo los pies, y finalmente no consigo tener unas papilas gustativas electrónicas con las que almecenar el gusto del pollo al ajillo o de las natillas caseras aunque existan ya narices y lenguas electrónicas comerciales.  Tal vez la música sea la receta de cocina o del perfume y el cassette sea el plato o el frasco, pero todo se andará.

Lo que da de sí un curso sobre innovación básica.

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