dijous, 12 de març del 2009

De Parques Científicos y Tecnológicos (1)

Parc de Recerca Biomèdica No he hablado creo en este blog todavía de parques científicos y/o tecnológicos. Ocurren cosas curiosas al  respecto. Por un lado,  como ya sucedió con los polígonos industriales, algunos municipios consideran a los parques como la panacea que solucionará sus problemas de competitividad y posicionamiento internacional. Todo municipio que se  precie desea tener uno aplicando la extraordinariamente creativa política municipal del me too. En el otro extremo, el  MICINN considera a los parques -como ocurrió con los centros tecnológicos- un elemento poco innovador aunque necesario, y los relega a ser un elemento más del sistema Ciencia-Tecnología-Empresa, que engloba en el  neuvo concepto de Campus de Excelencia Internacional. 

 Lo interesante del tema es que algunos parques (en España) llevan más de 20 años intentando consolidarse y encontrar un modelo. Otros son más recientes, y aparecen siguiendo el efecto llamada de los  parquetazos de Madrid. No hay un modelo único y su trayectoria puede fácilmente utilizarse como casos de estudio de la evolución de la política industrial y tecnológica de los últimos 25 años.

 He tenido y tengo la suerte de participar en el diseño de algunos de ellos, y los debates son realmente interesantes.  Desde el modelo económico, la estrategia de marketing, hasta la necesidad de una especialización pasando por la  propiedad del suelo y  la participación empresarial en su concepción y explotación. Y la búsqueda del nombre  apropiado que ayude a  posicionarlo y situarlo en el mapa. Y el dilema entre disponer de masa crítica o supeditar  esta a la captación de organizaciones bajo un determinado criterio de clusterización. No hablaré hoy de parques empresariales sino de aquellos que tienen un elevado componente de generación de conocimiento. Los ejemplos que utilizo se localizan en un radio de 100km desde Barcelona.

Un modelo interesante es el ensayado en el distrito 22@ de Barcelona, que está siendo replicado ahora por uno de sus ideólogos e impulsor hasta hace poco Miquel Barceló en la zona del Besòs. Un parque ha de ser en definitiva un polo de generación de conocimiento -más o menos intensivo- que permita la interacción entre sus agentes para facilitar este flujo. Para ello su modelo propone la utilización del urbanismo como punto de partida de esta concepción, seguido de una etapa económica en que se atraen las organizaciones y finalmente una capa de sociedad que conecta a las personas. Es un modelo adecuado para espacios de nuevo cuño o para retrofit de espacios urbanos.

El modelo combina la atracción de grandes empresas con incubadoras, universidades, espacios de relación profesional y lúdica, capital financiero, actividades de conexión con las asociaciones de vecinos, y claramente infraestructuras de primer nivel como el transporte y las comunicaciones. Genera claramente problemas vinculados a una posible especulación, haciendo imprescindible la participación de los habitantes del área para que no se sientan expulsados por la nueva sociedad del conocimiento. Es un modelo de parque urbano o periurbano de generosas dimensiones, donde tienen cabida todo tipo de instituciones.

También tenemos parques con una superficie de construcción mucho menor pero de alta concentración de conocimiento, como puede ser el que ilustra este post. Se trata del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona vinculado a la UPF, pero también sirve el el Parc Científic de Barcelona, vinculado a la UB. En este caso no hay espacio para sedes corporativas de grandes empresas, sino para spin-off y centros de I+D públicos y privados (vinculados en general a grandes empresas). No todo es ciencia y tecnología, también podemos encontrar entornos vinculados a escuelas de negocio que se centran y promocionan como centros de innovación, como el ESADECreápolis vinculado a ESADE.

Un modelo mixto entre los dos aparece lejos de las concentraciones de población superiores al millón de habitantes en las que pueden coincidir diferentes iniciativas más o menos sectorializadas. En este caso es una universidad territorial la que lidera el proceso, con participación de las instituciones locales, y sin competencia, lo que supone también una oportunidad de desarrollo si se consiquen alinear todos los actores. Es el caso del Parc Mediterrani de la Tecnologia (UPC) o el Parc Tecnològic i Científic de Girona (UdG). La extensón es menor en este caso, pero disponen de parcelas para situar sedes corporativas, centros de investigación y tecnológicos y algún edificio de servicios e incubación.

Por desgracia estos parques compiten entre ellos por la captación de talento y de recursos económicos, cuando lo lógico sería cooperar en casa para competir fuera, pero esta -aunque conocida- es otra historia. La buena noticia es que a medida que aumenta la densidad de organizaciones generadoras de conocimiento (hospitales, empresas, universidades, centros tecnológicos, centros de investigación...) sobre un mismo territorio empiezan a aparecer conexiones en las que las sinergias suman más que las individualidades. Sería el caso del Parc de Recerca UAB de la Universitat Autònoma que se simbiotiza con el Parc Tecnològic del Vallès, situado a un quilómetro escaso. 

La iniciativa de Campus de Excelencia del MICINN puede servir para fomentar estas agregaciones de conocimiento si sabemos superar los egos institucionales y colectivos que por no tener dueño son mucho más peligrosos que los personales.

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